Se fue Carlitos Balá, el hombre del flequillo inolvidable y aquel "gestito de idea" que atravesó generaciones. Fue el chico más grande... el que se divertía como un niño, y el hombre que solo quería hacer reir a los demás. El humor fue su columna vertebral y su mayor desafío. Había nacido y crecido en Chacarita, el barrio que lo vio emocionarse con los goles del "Torito de Mataderos".
Carlitos Balá era hijo de un inmigrante libanés y una argentina con ascendencia croata. Siempre soñó con trabajar en teatro y llevar alegría a la gente. Su primera oportunidad la tuvo en Radio Belgrano allá por 1955, cuando una amiga lo alentó a presentarse en un concurso. Él fue, y como no pocía ser de otra manera, fue seleccionado.
Así comenzó en "La Revista Dislocada", un ciclo que hacía furor en tiempos donde la radio era tan o más importante que la televisión. Después llegarían una catarata de éxitos... pequeñas premoniciones de lo que iba a ser su carrera. Su primer desafío televisivo fue en "El Show de Andy Russell" después llegaron "¡Qué Plato!", "La Telekermese musical", "El Show de Carlitos Balá", "El Circo de Carlitos Balá" y diferentes participaciones en ciclos como "Son de Diez" o "Como vos y yo".
En su historia laboral quedaron registrados 22 discos y 19 películas, además de sus frases célebres que marcaron una época y a varias generaciones. Nadie podrá olvidar jamás su inigualable "Sumbudrule", "Un kilo y dos pancitos", "Más rápido que un bombero" o "Ya mismo y sin cambiar de andén", entre las más de 200 frases que tenía guardadas para salir a la luz en el momento que él considerara necesario.
Fue un trabajador incansable que encontró la paz debajo del escenario de la mano de Martha Venturiello, su mujer. Con ella, después de 7 años de noviazgo, decidió formalizar su amor y construir una familia. Del amor llegaron Martín y Laura, sus dos hijos y con ellos los nietos. Todos y cada uno de ellos, se fueron convirtiendo en sus verdaderos tesoros.